jueves, 26 de julio de 2012

Capitulo 3: Coincidencias


III
Al caminar por la extensa cueva note que había una pequeña pintura con extraño símbolo. Lo que vi me dejo sorprendido. Se suponía que la pintura era de hacia 120 000 años y lo que yo veía era la imagen de un libro con este extraño símbolo. Yo sabía que los primeros libros se habían imprimido hace 2000 años; así que ¿me encontraba en un engaño? Mi cliente lo quería saber. Saque mi marca paginas que siempre traía conmigo desde mi infancia y con mucha fuerza desprendí un fragmento de la pintura y le saque una fotografía a aquel símbolo. Quería que lo analizaran en Francia.

Me hizo pegar un brinco el martillo del subastador. La primera oferta había sido suficiente para poner fin a la subasta en tan solo unos segundos. Maldije mi suerte en el vuelo de regreso a Francia, al mismo tiempo que me armaba de valor para afrontar la ira de mi cliente.

Una vez en mi destino, mientras paseaba por Paris me puse a reflexionar sobre el error que había cometido en la subasta de la cueva. Mi cliente hubiera pagado más de los 1200 millones de dólares que pago la ganadora. Algo tenía muy claro, no volvería a contratarme nunca más.

Me apresure a ponerme en contacto con Mirabelle Darcy, mi joven y hermosa dama. Había ido a su laboratorio esa mañana para recoger mi marca paginas y los resultados del análisis de la pintura. Le había enseñado el misterioso símbolo que había fotografiado con mi celular. Del símbolo no sabía nada, pero me aseguro que la pintura era autentica, de hace unos 113 000 años. Sorprendente. Sin embargo, lo que más me emociono fue mi marca paginas. –Sus compuestos químicos son extraordinarios, Charles. ¡Podríamos ganar el premio Nobel!- dijo emocionada Mirabelle. ¿Qué le pasaba? Por lo general Mirabelle era una mujer muy seria y prudente.
 
Mientras pensaba en Mirabelle, me fije en los establecimientos de la calle  y vi una cafetería con su nombre. ¡Que coincidencia! Entré y me senté, tome algo de café, leí y navegue por internet en busca de información sobre el símbolo de la cueva. No encontré demasiadas cosas, solo una pequeña referencia al Orrucrux, que no sabía ni que era. De seguro una de las tantas leyendas que se difunden por el internet.

Cuando me trajeron la cuenta, me fije en un numero. Otra coincidencia, puesto que acaba de leer acerca del temor a esa cifra. Decimocuarto, un invitado que se contrataba para asistir a eventos que tuvieran la mala suerte de contar con 13 comensales. Actualmente, todavía hay muchas ciudades donde no existe la Decimotercera Avenida o muchos edificios que no tienen el piso 13. Este número sigue un temor sobre nosotros.


Fui a pagar la cuenta y, cuando regrese a la mesa, me di cuenta de que mi servilleta estaba doblada de nuevo y contenía una sorpresa dentro. El mesero me aseguro de que nadie se había acercado a mi mesa. ¡Que raro! Desdoble la servilleta y contenía una ficha de un libro, así que decidí devolver dicha ficha a la biblioteca donde pertenecía. Abrí de nuevo mi laptop para investigar, y unos minutos después, ya sabía a dónde dirigirme.

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