lunes, 30 de julio de 2012

Capitulo 5: Bajo el agua


V
Las tareas que me había comprometido a cumplir, eran bastantes. La razón por la que accedí a realizar dichas tareas fue porque eran alrededor del mundo, y lo que más me apasionaba era viajar a ciudades nuevas y desconocidas.

A lo largo de mis viajes seguía teniendo algunas dudas sobre si el bibliotecario estaba en su sano juicio al contarme y pedirme que realizara estas tareas. Pero cuando descubrí el símbolo del código en Pompeya, en la ruinas de la gran biblioteca de Alejandría y en los cráneos de las víctimas de la guillotina en los subterráneos de Paris, me convencí de que estaba en lo cierto.

Una de las tareas más difíciles y extrañas fue la que estaba por realizar, ya que tenía que sumergirme en el océano y buscar una enorme ciudad perdida. Cuando aborde el submarino con el que exploraría el fondo del mar no perdí nada de tiempo y empecé mi expedición. 

Unas horas después de haberme sumergido, se averió uno de los propulsores del submarino. Se había torcido una aleta de las que estabilizan el submarino. A pesar de ello, seguí avanzando y pase por delante de barcos y aviones hundidos que parecían ser atraídos como imanes hacia las piedras de las ruinas sumergidas. Al rato de avanzar unos metros más, ante mi vista se extendía una ciudad que había permanecido oculta por más de 2000 años. Recogí todos los objetos que pude con el brazo robótico del submarino y fotografié los demás hasta que se acabo la memoria de la cámara. 

Cuando sonó la alarma sabía que debía de subir a la superficie. Pude ver en el radar que la ciudad perdida estaba a un extremo del Triangulo de las Bermudas. Hice oídos sordos a la alarma y me sumergí más profundamente.

Ya había perdido la cuenta de las tareas que había llevado a cabo durante el último mes. Había escalado montañas, regateado en mercados clandestinos, registrado el Titánic bajo el agua. Con cada nuevo objeto que le mandaba al bibliotecario me sentía más emocionado y más obsesionado con la búsqueda.


Cuando había terminado esta última tarea, un mensaje del bibliotecario me llego, y decía lo siguiente: “La próxima para es la Botica Misteriosa, en el corazón del Ártico. Seguro que ahí se encuentra un modo de detener el código. Pero, por favor primero desvíate hacia un punto importante. Dirígete a la ciudad donde el agua de los ríos se tiño de negro durante 13 meses por la tinta de los libros y rollos destruidos. Es el único lugar donde la fecha de los desastres no suman 13.

jueves, 26 de julio de 2012

Capitulo 4: Artes Morbosas


IV
Una vez que llegue a la biblioteca, le entregue la ficha al anciano que se encontraba en el lugar. El anciano puso la ficha en la parte superior de un libro grueso y forrado con piel de cerdo. Se titulaba Orrocrux, al cual le faltaba la ultima pagina. Me puse a pensar donde podría estar la pagina 39 de la cual solo quedaba un pedazo rasgado en zigzag. 

-La biblioteca de las Artes Morbosas  no es apta para las mentes inocentes- afirmo de repente el anciano.-Contiene muchos de los libros más maléficos, los libros más peligrosos sobre rebeliones, traiciones, magia, monstruosidades y las artes de la muerte. No sería ninguna sorpresa que estos libros se hayan encontrado cara a cara con la maldad. Pero lo que si sorprende, es que hayan sobrevivido a todo eso-.


La biblioteca estaba ubicada en una cámara subterránea bajo la ciudad. Después de que el bibliotecario, (el cual nunca me dio su nombre), me diera las gracias por haber devuelto la ficha, le pregunte por el símbolo que había visto en la cueva. Su conversación cobro un tono apasionado. Me quede asombrado al saber el verdadero propósito de la biblioteca. El bibliotecario había dedicado su vida a estudiar un único libro, el Código Maldito. Desde que comenzó su historia, me conto que el código había presenciado los momentos más oscuros de la humanidad, tanto los desastres naturales, como las pestes, la tortura, el terror y todo tipo de atrocidades.

¡Era absurdo! Pero los ejemplos que me mostro eran muy convincentes. El código, con su siniestro símbolo había estado en los estantes de faraones egipcios, emperadores y reyes justo antes de que sus imperios cayeran. Roma, Sodoma y Gomorra, Constantinopla. Todos ellos tuvieron el código poco antes de su ocaso. Y después reapareció en barcos y caballos que transportaban la peste, epidemias o invasores que se dirigían a nuevos territorios.

-¿Cómo es posible que nunca me ha llegado alguna noticia de el?- exclame.

-El código borra su rastro- me respondió el bibliotecario, y luego me explico que a lo largo de los siglos se habían destruido un gran número de libros. En el momento que se adquiere información sobre el código, este ataca con una tremenda y aterradora violencia.

-¿Qué espera encontrar en él?- pregunte con una voz susurrante.

-La manera de detenerlo.  Creo que tenemos el conocimiento para conseguirlo. Es lo que el Orrocrux menciona como “el Deshacedor”, una acción o un conjunto de palabras que detendrán el malvado código para siempre. Pero me faltan muchas cosas para lograrlo; por ejemplo, la información que había en la página 39 de Orrocrux y, el tiempo y las fuerzas para encontrarla.

Cuando salí de la biblioteca de las Artes Morbosas, sentí como si me fuera a explotar la cabeza de tanta nueva información y tenía una terrible premonición. Y es que había accedido a llevar a cabo unas cuantas tareas para el bibliotecario.

Capitulo 3: Coincidencias


III
Al caminar por la extensa cueva note que había una pequeña pintura con extraño símbolo. Lo que vi me dejo sorprendido. Se suponía que la pintura era de hacia 120 000 años y lo que yo veía era la imagen de un libro con este extraño símbolo. Yo sabía que los primeros libros se habían imprimido hace 2000 años; así que ¿me encontraba en un engaño? Mi cliente lo quería saber. Saque mi marca paginas que siempre traía conmigo desde mi infancia y con mucha fuerza desprendí un fragmento de la pintura y le saque una fotografía a aquel símbolo. Quería que lo analizaran en Francia.

Me hizo pegar un brinco el martillo del subastador. La primera oferta había sido suficiente para poner fin a la subasta en tan solo unos segundos. Maldije mi suerte en el vuelo de regreso a Francia, al mismo tiempo que me armaba de valor para afrontar la ira de mi cliente.

Una vez en mi destino, mientras paseaba por Paris me puse a reflexionar sobre el error que había cometido en la subasta de la cueva. Mi cliente hubiera pagado más de los 1200 millones de dólares que pago la ganadora. Algo tenía muy claro, no volvería a contratarme nunca más.

Me apresure a ponerme en contacto con Mirabelle Darcy, mi joven y hermosa dama. Había ido a su laboratorio esa mañana para recoger mi marca paginas y los resultados del análisis de la pintura. Le había enseñado el misterioso símbolo que había fotografiado con mi celular. Del símbolo no sabía nada, pero me aseguro que la pintura era autentica, de hace unos 113 000 años. Sorprendente. Sin embargo, lo que más me emociono fue mi marca paginas. –Sus compuestos químicos son extraordinarios, Charles. ¡Podríamos ganar el premio Nobel!- dijo emocionada Mirabelle. ¿Qué le pasaba? Por lo general Mirabelle era una mujer muy seria y prudente.
 
Mientras pensaba en Mirabelle, me fije en los establecimientos de la calle  y vi una cafetería con su nombre. ¡Que coincidencia! Entré y me senté, tome algo de café, leí y navegue por internet en busca de información sobre el símbolo de la cueva. No encontré demasiadas cosas, solo una pequeña referencia al Orrucrux, que no sabía ni que era. De seguro una de las tantas leyendas que se difunden por el internet.

Cuando me trajeron la cuenta, me fije en un numero. Otra coincidencia, puesto que acaba de leer acerca del temor a esa cifra. Decimocuarto, un invitado que se contrataba para asistir a eventos que tuvieran la mala suerte de contar con 13 comensales. Actualmente, todavía hay muchas ciudades donde no existe la Decimotercera Avenida o muchos edificios que no tienen el piso 13. Este número sigue un temor sobre nosotros.


Fui a pagar la cuenta y, cuando regrese a la mesa, me di cuenta de que mi servilleta estaba doblada de nuevo y contenía una sorpresa dentro. El mesero me aseguro de que nadie se había acercado a mi mesa. ¡Que raro! Desdoble la servilleta y contenía una ficha de un libro, así que decidí devolver dicha ficha a la biblioteca donde pertenecía. Abrí de nuevo mi laptop para investigar, y unos minutos después, ya sabía a dónde dirigirme.

miércoles, 25 de julio de 2012

Capitulo 2: La Subasta Secreta


II
Después de dejar el circo, viaje al corazón de Asia, donde empecé una curiosa profesión, el comercio secreto y a veces ilegal de objetos históricos.

Tenía clientes de todo tipo, pero uno en particular que me pedía numerosos encargos muy bien pagados.

Y fue el mismo quien me pidió que asistiera a una subasta secreta de una pintura. Pero dicha subasta no se trataba de un simple cuadro antiguo, sino de toda una cueva en la que se encontraba la pintura más antigua del mundo. Eran una pintura secreta de una tribu que se había extinguido hacía mucho tiempo.

¿Nunca has oído de este hallazgo? ¿Te das cuenta que tendrían que rectificar todos los libros de historia? No te sorprendas. He tenido la oportunidad de tocar tesoros que se creían perdidos desde mucho tiempo atrás, desde la textura más delicada de una pintura al oleo hasta la más escamosa y la suavidad de la piel de criaturas que se creían extintas. Pero estas maravillas solo se encuentran en las cajas fuertes de la gente más rica y poderosa. ¿Te he impresionado? Espero que no. Mis negocios me han llevado a los lugares más misteriosos y oscuros. O eso era lo que yo creía, ya que nada de lo que había experimentado se comparaba con lo que tendría que vivir en poco tiempo.

La presentación del subastador era cada vez más lenta. El aburrimiento hizo que me alejara de aquellos interesados millonarios. Retrocedí hasta las cuerdas de seguridad, pase por debajo de ellas y mi aventura hacia lo desconocido comenzó…

Capitulo 1: Pesadillas


I
Mi infancia comienza en una vieja mansión, levantada en un terreno baldío, que en la edad media fue la mayor fosa común de cadáveres infectados por la peste del Este de Europa.
Mi madre me contaba que procedíamos de una importante familia de Francia. Intentaba mantener sus historias como ciertas cenando en el gran salón de baile de la de aquella destartalada mansión, aunque en nuestros platos solo se servía una comida escasa y de mal gusto.
¿Mi padre? Su trabajo era secreto y siempre lo mantuvo alejado de nosotros, incluso cuando estaba en casa. Su mente parecía que estaba muy lejos. La última vez que lo vi, sus ojos sus ojos parecían tener un velo de un hombre al borde de su tumba. Se negaba a ayudarme con mis tareas de los números romanos, y recuerdo cuando me dio bruscamente mi regalo de mi cumpleaños número 13 (un oso de peluche empolvado y un marca paginas arrugado), fui muy poco capaz de disimular mi decepción.
Una noche que salimos en familia, a un circo, mejoro mi estado de ánimo, hasta que mis padres empezaron a discutir sobre su próximo viaje y él se marcho furioso.  Después de pocas horas se desato un fuego en su despacho. Mientras huíamos, las sofocantes llamas ahogaron los llantos de mi madre, mientras ella repetía sin cesar: “Era el trabajo de toda su vida, de toda su vida…”. Después de esa noche, no volvimos a ver a mi padre.
Mi mascota, un ratón muy simpático y energético, llamado Sr. Natfal, sobrevivió al incendio. Su pequeña jaula y un par de libros fue lo único que pude llevar cuando nos unimos al circo, del cual hacia pocas horas habíamos presenciado una función. Al poco tiempo que nos unimos a dicho circo nos marchamos de la cuidad. Mi madre me dijo que estaríamos con ellos solo un par de semanas, pero esas semanas se convirtieron en años, años que me dejaron con gran temor a los fuegos y traga fuegos, a la oscuridad y a los payasos. Hasta el día en que mi madre murió, fue cuando pude marcharme de allí y empezar una nueva vida.

Solo el comienzo...


Querido amigo,

Espero que mis palabras te lleguen cuando aun estés a salvo, con la fuerza y la voluntad necesaria para afrontar el grave desafío que te espera. Ya que, al aun al leer estas extrañas palabras, hay un terrible riesgo.

¿Quién soy? Importa poco. No tengo país, hablo bastantes idiomas, puedo tener una apariencia tanto de un príncipe como de un mendigo. Puedo ser esa persona que acabas de ver hace algunos minutos, pero que ya no logras recordar. Me voy rápidamente de las memorias, pero no dejes que mis palabras de advertencia se esfumen fácilmente de tu mente.

Se paciente, brillante y atento mientras leas estas líneas, ya que en estas deberás encontrar la solución a cómo resolver y detener el Mal que vive en un Código. Estate siempre alerta, pues el código siempre acecha, siempre está listo para atacar al débil. Lo sé por experiencia propia.



CharlesDroffing

 
Si no tienes el valor suficiente para afrontar este gran desafío, por favor aléjate ahora, que aun tienes tiempo, ya que mi experiencia me ha enseñado lo siguiente: no hay nada más aterrador en el mundo que no pueda ser hallado en las líneas de un texto.